domingo, 27 de mayo de 2012

Amanecer


Los rayos de sol se filtran por las cortinas. A pesar de ser mediodía no es mucha la luz que entra por la ventana gracias al majestuoso edificio que hay a unos metros. ¿A quién se le ocurrió que era buena idea construir esa amasijo de bloques de edificios tan pegados?

Abrir los ojos se vuelve una tarea complicada cuando has trasnochado. Al enfocar tus pupilas en las paredes te das cuenta de que es un sitio conocido. Bien. Llegaste hasta casa ayer. Levantarse y comprobar que tienes todo el cuerpo dolorido tampoco es una tarea agradable. Media hora y estarás fuera otra vez. Al contrario de lo que la mayoría de la población piensa, tú crees que los domingos no son días de quedarse en casa. El sol brilla con esplendidez en un claro a la par de perfecto azul que pinta al cielo mientras te invita a no quedarte aquí, entre estas cuatro paredes que ya conoces de sobra.
Una ducha rápida, unos vaqueros desgastados, un poco de rímmel y ya estás fuera otra vez con tus cascos de marca y la canción que te alegra los días. El aire fresco en tu cara te ayuda a pensar y recordar la noche anterior. 



Y es que Madrid en días como estos está especialmente bonito.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho esta entrada. Nunca se me había ocurrido escribir sobre la resaca de un domingo. Tal vez o intente. ¡Sigue escribiendo!;)

    ResponderEliminar